El único título que me ha dado verdadero miedo.


El gusto por  sentir  miedo es algo inherente al ser humano. Poder sentir esa  reacción de huir o  enfrentarse  a una amenaza. Sobre todo  si esta amenaza  es  ficticia  y se encuentra   proyectada en el cine o  detrás del  televisor. Hay  una barrera entre el miedo  irracional  y el real.

Tener miedo de que un monstruo  bajo la cama  nos tomará  del pie  y nos lleve  a sus terrenos es muy diferente deal miedo  de que  nuestra hij@ no  llega de esa fiesta  a la hora  acordada.

Los cómics,  al ser una muestra y  un reflejo de la experiencia  narrativa  humana, no se queda atrás en la búsqueda  de estos  relatos  que  buscan  generar miedo  en el lector. LO primero  que debo de reconocer  es que  considero  muy   difícil que  un cómic REALMENTE llegue  a asustar al  lector.  Por la misma  naturaleza del  cómic, uno lo puede leer a su  tiempo  y  a su ritmo, dos  de los  factores  necesarios para  asustar en el cine  por ejemplo.  Aquí  no hay  sorpresa  a menos  que el equipo  creativo,  mida  a la  perfección los planos   de imagen,  y  hasta  la posición de las hojas.

En las oficinas  del Comicólogo,  habíamos  pensado  en  hacer un artículo  acerca de los cómics que más miedo nos han producido (el título era  “los cinco cómics  que nos han dado miedo” o algo por  el estilo) . Por  cambios  en las agendas al final no fue posible   dejándome  la  tarea  solamente  a mí.

Es por eso  que  solamente  he seleccionado un cómic,  un solo cómic  que realmente  me ha producido  miedo. Ha habido  varios que  he disfrutado de su lectura,  puedo pensar  en  “The  Walking Death” el cual no lo considero  tanto de  horror  sino más bien  de drama, muy bien logrado, pero no ha  producido  un miedo en mi.   Otro  título que me  viene  a la mente  es  “The Empty Man”  una  historia con  una muy  buena premisa, pero que  al final se queda corto  en  la  ejecución.
Por recomendación de  mi  editora, debo de advertir  desde este momento  que  el cómic  del cual hablaré  no  es  ni cercanamente  apta para  menores de edad.  Aunque  las novelas gráficas  han ampliado  un poco los prejuicios que se tienen de los cómics,  es importante  el mencionar  que  este  no es un cómic  de fácil digestión .

Para el hechicero de Northampton,  Alan Moore,  las historias  de horror  se le dan muy  bien,  y aunque  cuenta con historias  basadas  en los mitos  de Lovecraft (otro autor  que puede  crear en mi miedo verdadero) considero que la historia  definitiva en cuanto a ejecución gráfica  y de guion se da   en ese título que lo  lanzó  al  estrellato en Estados Unidos : Swamp Thing.

Además,  me  refiero  a un  número en específico,  el cual desde la portada (un acercamiento  extremo a un ojo de insecto) nos  deja  ver  el horror  que  está  dentro de este número.  Maneja  muy bien el  equilibrio entre asco  (en varios  niveles )  y horror , transgresión   y más.  Siendo  un número de  Moore,   maneja temas difíciles como  la posesión ,  la  repulsión natural que tiene el ser humano  hacia los insectos  y  hasta incluye  el  incesto. 
Portada  original  y  primera  página. 


En el número  29 de  “The Saga Of The  Swamp Thing”  (historia que se encuentra  reimpresa en el volumen dos  de  los compendios  de estas historias)  tenemos   una historia diferente.  Moore  es  de esos  autores que no solamente  abordan el  hecho impactante, sino las  causas  y  las repercusiones  que dichos  actos han tenido. Un ejemplo de esto  es  su obra “From  Hell”  en donde  las consecuencias  son  hasta más importantes que  el  hecho de los  asesinatos  en Whitechapel.

Para entender  un poco  de este número.  La  Cosa del Pantano   es  ese personaje de DC  el cual  rayaba en lo místico  y  en lo absurdo.  Alec Holland, un científico de esos que abundan en  el universo DC, es  asesinado   por  parte de unos criminales   que  buscan  su  “formula  regeneradora”, la cual desarrollaba en  un pantano, pues  era regenenración para las plantas (y porque  es importante  para la trama). Al obtenerla  (o no, dependiendo de quién cuente el origen)   los criminales  asesinan  a Holland  en su  laboratorio,  haciendo  parecer que es un  accidente.  Al morir,  el espíritu de Holland reconstruye  su cuerpo  y  conciencia  en  “La Cosa  del Pantano”.

Antes de Moore,  Swamp Thing  era  ese personaje  que podía  enfrentarse  a monstruos ( hombres lobos,  humanoides tipo  el  monstruo de Frankestein)   a  aberraciones de la ciencia (los  Un Men)  con la constante   de buscar su  humanidad.  Pero  a la  llegada  de Moore,  todo cambia para adentrarse  a temas  abiertamente  oscuros,  temas  como   los  hombres lobo, pero relacionados  con los ciclos  de la  luna, así como  vampiros, pero  quienes  viven abajo del  agua  para no  ser tocados por el sol. Cada  tema  de cada  monstruo  es explorado con ese  ángulo que no ha  sido explorado por  nadie más.

Anton Arcane  es el némesis  de  Swamp Thing,  su sobrina  Abigail Arcane ,  será  el interés  romántico  de Alec, alias Swamp Thing. Anton  lleva tiempo  muerto, por lo que  parece  que no será problema   en esta nuevas aventuras, pero  Moore siempre  continua  con la tradición  de  mantener la esencia de los personajes.

Lo complicado  de la relación de Alec  con  Abby  , no solamente es  la diferencia entre que él es ,, una cosa del  pantano  y ella  una humana, sino que además   ella se encuentra  casada   con Matt,  un hombre quien comienza  a caer  en el alcoholismo desde  varios números  atrás.  De hecho, el alcoholismo  lo   llevó a tener un  terrible  accidente  automovilístico, del cual  solamente  sale  al hacer un pacto, un pacto  con  un demonio que  se le manifiesta  en forma de un insecto. Una  mosca. Lo único que le pide  es que  ,,, abra la boca, para salvar su  pellejo. Aunque  el lector  conoce  de este  pacto,  parece  que no ha sucedido , pues  Matt llega al trabajo  de  su esposa  a recogerla, como si nada hubiese pasado.   Este  hecho es importante  para este número,  aunque  no  es indispensable para el horror que  narra.

El  número  en cuestión comienza  con  la consecuencia del  hecho  terrible.  Vemos  ropa de mujer  en el suelo  y varios  productos de limpieza  rotos o usados.  El narrador  omnisciente nos dice que  lo que  no aguanta  Abby,  es el olor,  ese  olor que  impregna su ropa, su cuerpo,  ese olor  que recuerda al  del insecto que  quemamos de niños con una lupa.  Ha usado  hasta  el cepillo de  acero  que usó para  pelar  las papas. Y que  se ha desmayado  por  veinte minutos  completos.  Y  la  frase  que  me llegó  profundamente al día de hoy.  “Lo podía  oler, aún en sus sueños” 

Lo que  sigue  es  un montaje  de lo que   hubiese sido  la adaptación de  “El bebe de Rosemary” si se hubiese  hecho  en cómic.  AL parecer,   para Abby  y Matt  todo  va muy bien,  él tiene  un nuevo  trabajo  (del cual no sabemos  bien a bien a qué se  dedica) compra una  nueva  casa,  y tiene  nuevos  vecinos,  todos muy amables. Pero  para Abby  hay algo,  siempre  está ese … olor,  un olor de que  quizás  no todo es lo que  parece.

A  lo largo del cómic,  Moore , junto con  Stephen Bissette y  Jhon Totleben, nos  va dejando  pistas  visuales en los espejos,  en las portadas  de los libros y hasta en  recuerdos  , siempre  jugando con la sensación del olor y los insectos.  Todo el número  es en su mayoría  acerca de   Abby  y  las vivencias que  tiene con su  recién contratado  esposo  y sus nuevos  compañeros  de trabajo  y amigos. Aunque no se puede quitar  de la  cabeza  a qué  se dedica  su esposo  en “Reincorporaciones  BlackRiver”

 Para no  arruinar  el horror que encierra esta  historia,  solamente los dejo con el diálogo de cierre de  Swampy.

“Lo  vio moverse  y pensó que  estaba vivo… pero estaba lleno de  insectos! Estuvo  lleno de insectos TODO EL TIEMPO!”

Gracias  por leerme  internet,  yo soy El Comicólogo, porque al final, todos somos historias.

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